15/6/11

REVOLTA A CATALUNYA - Llibres de Teoria Social

A continuació presentem un seguit de resums de llibres que creiem ens poden ser útils per a saber quelcom més sobre Teoria Social i així poder contextualitzar millor i entendre amb més claredat els processos de revoltes, mobilitzacions i transformacions socials al conjunt del món àrab i també a l’anomenat món occidental y els seus actors.


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“Movimientos sociales y capitalismo. História de una mútua influencia”
De Andrés Piqueras Infante

Piqueras  nos ofrece en este libro un repaso rápido a las diferentes teorías sobre los movimientos sociales, desde diferentes perspectivas y anclajes en su momento histórico. Nos aporta además definiciones de conceptos clave para entender más sobres los movimientos sociales y lo que el llama Nuevos-nuevos movimientos sociales dónde podríamos incluir el paradigma de “Movimiento de la Humanidad” que el propone y donde encaja lo que conocemos como Movimientos Antiglobalización, probablemente el primero de la era 2.0. 

Estas aclaraciones puede ayudarnos pues a entender y contextualizar dentro del sistema capitalista lo que en las diferentes plazas españolas (y algunas más allá de nuestras fronteras) se está produciendo, siempre desde un análisis de estos movimientos relacionados con la lucha de clases y teniendo como objetivo en su libro el combinar dos corrientes de pensamiento cómo son el  marxismo materialista (o sistémico) y el marxismo dialéctico (también llamado autónomo o abierto) para un análisis de los “sujetos reales” como constituyentes de las estructuras sociales (la importancia que se les da a estos “sujetos” proviene de la Teoría de la Movilización de Recursos que sostiene la importancia del acceso a los recursos para suscitar acción y el mantenimiento del movimientos, dichos recursos se refieren no solamente a los que se puedan crear desde el colectivo sino también los recursos individuales, del sujeto). Con todo esto, el autor quiere presentar las grandes líneas de Movimientos Sociales con sus respectivas maneras de formación y funcionamiento en interacción con los cambiantes rasgos estructurales del sistema capitalista y las formas de regulación social del mismo sistema.

Por último, añadir que no podemos evitar sino ir cuestionándonos a lo largo de este resumen y exposición de ideas sobre lo que se está produciendo en nuestras plazas ya que nuestro fin, en este apartado no es otro que intentar entender un poco más los hechos que estamos viviendo y/o contemplando y los procesos que se están sucediendo.

De los sujetos reales a los actores y agentes sociales
Demos cuatro pinceladas de lo que en el libro se nos propone, empezando por los conceptos clave. Piqueras Infante define  los Movimientos Sociales como “agentes sociales que intervienen en las estructuras para la consecución de objetivos trazados por ellos mismos, transformando de esta guisa las propias condiciones estructurales en que se desenvuelven (y aumentando, por tanto, su protagonismo en el propio destino).”  A éstos les es otorgada una gran importancia como elementos de una nueva racionalidad, como agentes de plasmación de las formas alternativas de contemplar los intereses de la propia movilización, estableciendo nuevos parámetros cognitivos, normativos y valorativos que beben de lógicas de acción diferentes generadas en el seno del propio movimiento, creando así canales de retroalimentación del mismo.  Puesto que el autor otorga la naturaleza de “agentes” a los movimientos, detengámonos en este punto para especificar algo más sobre esta idea.  Aquí debiéramos marcar la diferencia entre Agente o Agencia social y Actores sociales. Tal y cómo aparece en el libro, los primeros términos harían referencia a las acciones que se emprenden de forma colectiva desde una voluntad ya racional u ideológica, el segundo se referiría a unos actores sociales que lo que harían sería una constante construcción y deconstrucción de sus opciones, haciendo intervenciones en grados precarios de conocimiento de su situación y de las coordenadas sociales en las que se enmarcan. (¿Sabemos ya dónde se enmarca el movimiento de Plaza Catalunya o Sol? ¿O seguimos formulando y reformulando?)

Elementos clave para entender la composición de los movimientos sociales
Dentro del análisis de los movimientos surgen elementos clave a los que querríamos prestar atención. Estos se refieren al comportamiento humano que podemos relacionar con el surgimiento y el compromiso con la movilización colectiva como: la lógica de la lealtad, la participación y la identidad (y por qué no también la ideología). La identidad aparece aquí no sólo como un comportamiento humano sino también como la propiedad colectiva (cuando se comparte dicha identidad) que permite la creación de códigos  y significados compartidos, la retroalimentación de la que hablábamos para establecer los intereses colectivos y redes sociales, y para conseguir también inversiones emocionales de los individuos, es decir, compromiso.

En referencia a los Nuevos-nuevos movimientos sociales o antiglobalización se nos propone un concepto si más no interesante, el de “identidades de segundo orden”. Éstas son aquellas que surgen cuando se superan las estereotipadas identidades de género, etnia, estatus, etc. y que dan lugar a movimientos de mayor reflexividad en la intervención. (Nos preguntamos si a pesar de haber encontrado  nuevas identidades en las plazas, también éstas pasan irremediablemente por dichas categorías que se supone debemos superar para ir hacia nuevas formas de movimientos, o si seguimos reproduciendo el esquema clásico de Clase trabajadora-Capital que respondería a una identidad de primer orden. ¿Ser “indignado” tiene que considerarse como identidad…y de segundo orden? No podemos sino cuestionarnos nuestra propia “naturaleza” y supuesta identidad).

Condiciones de organización, poder de actuación, intervención y/o cambio
Se proponen una serie de elementos como posibilitantes y condicionantes de la formación y consolidación de los movimientos. Estos son clasificados en factores internos y externos que juegan en mutua interacción. Entre los internos destacamos la generación de conciencia global, las formas de organización, las redes, los recursos y las acciones o movilizaciones. En los factores externos encontramos los marcos cognitivos culturales y la situación dominante (como dominados) en las que nos encontramos, las condiciones de acción de las que partimos y un concepto interesante, la llamada Estructura de Oportunidades Políticas que es el grado de apertura o cerramiento institucional del sistema político hacia los movimientos que se traduce en tolerancia o rechazo hacia éstos y que hay que analizar para contemplar el bueno funcionamiento o fracaso de este. (Es decir, ¿debemos ser realistas en las opciones de cambio social para poder intervenir?).

¿Haciendo frente a qué procesos se sitúan los Nuevos Movimientos Globales (Antiglobalización)? De lo global a lo local para un nuevo “glocalismo”.
En el rápido repaso de la historia de la dialéctica entre sujetos y movimientos sociales, desde los primeros movimientos modernos con la aparición de los sujetos “de clase” hasta los movimientos globales, que nacen a partir de los años 90, destacamos el punto de inflexión que en estos años se da y que se refiere a la aceleración de los procesos de globalización que traen consigo cierta “razonabilidad” que algunos sectores de propio Capital intentan introducir al Capitalismo ya sea para salvarlo de sí mismo o para salvarse ellos mismo (y mantener su posición privilegiada). Así nacen las Políticas de Ajuste Estructural que parece no han hecho más que agravar el sistema y hacer visibles los procesos siguientes contra los que se posicionan (o frente a los que se definen) los Nuevos Movimientos Globales. En este caso pensamos especialmente en el Movimiento Antiglobalización (que inscribe a muchos otros que se autoproclaman como tales y del que las plazas toman diferentes ideas como el intento de llevarlas a un plano más local) para citar aquellos procesos en contra de lo que se posicionan, estos son:

-La exacerbación de las desigualdades intra e intersociales.
-La generación de un espacio global de entrecruzamiento de flujos comerciales, laborales y financieros.
-Redefinición y reestructuración de la relación laboral (generalización de procesos de desposesión de los medios de producción y también de subsistencia).
-Oligopolización  de la oferta y por tanto, una demanda dependiente que conlleva entre otros, una pérdida de la soberanía alimentaria o una movilidad espacial y migratoria unilateralmente direccionada.
-Creciente necesidad de la violencia como dispositivo de salvaguarda del sistema (nos ha quedado más que claro estos últimos días).
-Transformación del capitalismo: de industrial y estatal a social y global.

Estamos pues dentro del marco de la globalización y en él las consecuencias de los puntos anteriores conllevan algo que no es nada nuevo: la vida de los seres humanos queda sometida a la lógica del valor del Capital transformando la Humanidad en Trabajo. En lo referente a la lucha de movimientos esta globalización hace que la lucha adquiera una forma más universal  y a la vez diversificada (¿es esto una debilidad o una ventaja?) y que lo político se intuya cada vez más incardinado en lo social.

Fotografía tomada en Plaza Catalunya: “Cuando los seres humanos quedan sometidos a la lógica del capitalismo”

Frente a esto lo que el autor propone es un paso de la Humanidad al Movimiento, lo que significaría una ruptura de la relación vertical y transversal de clase combinando lo global y lo local en Nuevos-nuevos movimientos sociales glocales. A estos, dice el autor, (igual que vienen proponiendo las plazas) deben añadirse los movimientos obreros rearticulándose para recuperar el objetivo de su emancipación de la condición de “trabajo mercancía”.  (Destacamos aquí el intento de juntar dos conceptos que a priori parecen antagónicos cómo son lo global y lo local y que también se ven articulados en el movimiento 15M. En éste, se propone un traslado vital a las asambleas de barrio donde la lucha debería hacerse más fuerte, pero no se deja de lado lo global cuando usa esa palabra para autodefinirse cómo algo en expansión en diferentes partes del mundo y como movimiento que atraviesa de forma horizontal y vertical a la sociedad alegando que todos somos o estamos –en parte o por completo- indignados).

Nuevos-nuevos movimientos sociales (o Movimientos de la Humanidad), de la teoría a la acción: retos y logros.
En primer lugar, el autor nos recuerda que estos nuevos movimientos traen consigo nuevas formas de organización virtual, formas muy blandas, más flexibles y por eso difícilmente controlables y hegemonizables, que conllevan altos grados de igualdad interna, transparencia y democracia horizontal. El término específico que utiliza para compactar estas cualidades es el de “internacionalismo comunicativo” especificidades que permiten a estos movimientos abrir la posibilidad de multiplicar las resistencias, congeniar luchas y sujetos de las periferias y de los centros del sistema, permitiendo convertir cada lucha local en global (aquí rescatamos el concepto de “glocal” que hemos mencionado anteriormente).

Con estas posibilidades, repasamos algunos retos que Piqueras menciona propios de los Nuevos-nuevos movimientos sociales, como son: congeniar democracia con heterogeneidad; integrar los sujetos de las diferentes expresiones que adquiere hoy el trabajo; articular su intervención en la dimensión política mediante nuevas formas de participación directa y de mediación entre la sociedad y lo político; desarrollar y coordinar formas de acción, intervención y organización; superar su propia ambigüedad constitutiva, que viene marcada por la realidad dominante que produce internamente al tiempo que quiere superar trazando un discurso como verdadera guía da acción y el actuar como mejor discurso.

Frente a esto, el autor nos apunta lo que se ha conseguido hasta ahora con la aparición de estos movimientos. Con ellos se ha conseguido visibilizar resistencias rompiendo los bloqueos informativos que trataban de invisibilizarlos; así, multiplican y amplían las contestaciones en contra del pretendido “pensamiento único”; aparecen como elemento sociabilizador y pedagógico para la sociedad; dan motivos para y confluyen en una supuesta conciencia colectiva que incorpora diferentes cosmovisiones; han creado un espacio social y global para sí aprovechando el espacio mercantil global que ha generado el capitalismo, un ejemplo podría ser el espacio virtual, además de los espacios físicos como los encuentros a nivel planetario tales como el Foro Social de Porto Alegre* como centros de debate y de confluencia de ideas.


Reflexión final del autor
Admitiendo que el marco de lo posible hoy en día es muy estrecho y limitado, citamos al autor para concluir con éste resumen y para arrojar algo de luz a la pregunta del millón ¿Hacia dónde vamos?

“La lucha es de nuevo por levantar otros marcos cognitivos y otras subjetividades, por intentar permanentemente potenciar sujetos alternativos que promuevan nuevas formas organizativas y estructuras de realidad. […] Queda por ver la capacidad de congeniarse que tendrán las diferentes “fracturas conscientes” que el capitalismo mundial suscita en todos lo ámbitos, su intencionalidad y posibilidades de realizarse como fuerzas operativas capaces de modificar las dinámicas de acumulación capitalista sistémica. Algo de lo que hoy parece estarse tremendamente lejos” (Piqueras, 2002)

Referencia bibliográfica: Piqueras Infante, A. (2002) “Movimientos sociales y capitalismo: historia de una mutua influencia”.Alemania, ed.Alzira

*Foro Mundial Social en Dakar 2011:
Información: http://fsm2011.org/es






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Resistencia y protesta en las sociedades musulmanas”
de Mounia Bennani-Chraïbi y Olivier Fillieule

“Es un lugar común afirmar que en la teoría política musulmana tradicional la protesta estaba proscrita, pues se suponía que la injusticia derivada de las decisiones tiránicas era de menor entidad que el desorden que provocaba la disidencia. Ello por supuesto no evitó las grandes explosiones de cólera y las revueltas a veces muy sangrientas contra el poder, como sucedía también en occidente. Se trataba de movimientos que muchas veces utilizaban la coartada religiosa para expresar el rechazo social, lo que a su vez explica su virulencia. La modernidad ha puesto en primer plano el carácter en buena parte laico de la política, al tiempo que la mayor complejidad social de las sociedades musulmanas ha hecho surgir formas de resistencia política múltiples y no necesariamente, como parecen dictar los estereotipos, violentas.

Los diferentes estudios que componen esta obra son otras tantas aproximaciones sociológicas a diversas formas de oposición política: desde la que se articula en el entorno de las mezquitas en Marruecos hasta la que se desarrolla en el ámbito de las organizaciones democráticas no partidistas en el mismo país, de las raíces socioculturales del islamismo en Egipto a la auto-organización de las mujeres o el papel del duelo como manifestación de resistencia en Irán, hasta llegar a las trayectorias que llevan a la militancia armada en Palestina. Todos ellos muestran un panorama rico y diverso y convierten a esta obra en una notable aportación al conocimiento de las complejas vías de la formación de la conciencia política en el mundo musulmán.”

La col·lecció Biblioteca de l’Islam Contemporani de l’editorial Bellaterra, publica amb el número 23 aquest títol que, en format de llibre col·lectiu, està dedicat a l’anàlisi dels processos socials contemporanis que tenen lloc en el món islàmic, enfocats des del prisma de l’estudi sociològic de la resistència, la contestació social i la protesta.

D’aquesta forma, els autors tracten d’oferir un panorama ampli i renovador on són representades diverses zones del món àrab i amb què exemplifiquen la diversitat de formes de resistència i protesta que ofereixen les respectives societats. D’aquesta manera, es contribueix a l’aportació d’una nova visió dins dels estudis de camp de la sociologia dels moviments globals, marcats tradicionalment per una tendència estructuralista i rígida. El dinamisme dels processos socials relacionats amb la resistència y la protesta es configuren com un element essencial en l’obra, de tal manera que ambdós poden ser estudiats dins d’un mateix camp d’anàlisi, com podem comprovar al llarg dels nou articles de diferents autors que composen el llibre. L’islamisme es conforma com un dels protagonistes més destacats en l’àmbit de l’islam contemporani, encara que els autors opten per analitzar-lo com un moviment de resistència més, atenint-nos a la pluralitat de perspectives i contexts que ofereix l’obra.

El primer capítol del llibre, titulat “«Exit», «voice», «loyalty», y muchas cosas más…”, tracta de presentar, de forma general i a mode d’introducció, el panorama actual dels estudis relacionats amb la sociologia dels moviments de resistència i de protesta, reflectint la diversitat de camps, metodologies i opcions presents en les polítiques de les societats no-democràtiques, especialment en el context de les societats musulmanes. Així, com a punt de partida, els autors proposen el model de Hirschman basat en les possibilitats d’expressió política del descontentament, que són: l’escapada (exit) o la permanència, la protesta (Voice), el silenci actiu (loyalty) o passiu (apathy). Dins d’aquest esquema, les possibilitats són molt diverses, o sigui que s’ha de posar especial atenció als diferents repertoris i estratègies d’acció en cada cas, així com a les variables d’anàlisi més determinants, tals com la repressió, la transnacionalització de les protestes, el paper de les xarxes clientelars i de les elits, l’especificitat socio-política de cada context concret...

Els articles de la present obra es reparteixen, quant a la seva temàtica i context, en torn a diferents àmbits geogràfics. En aquest sentit, és important destacar que en el llibre es dediquen dos articles a Marroc que es titulen Espacio de lo religioso, espacio de ciudadanía, espacio de movimiento: los territorios de las mezquitas en Marruecos”, de Raffaele Cattedra y M'hammed Idrissi Janati, i “Trayectos, círculos y mediaciones en Casa- blanca. Todos los caminos llevan a la acción asociativa de barrio”, de Mounia Bennani-Chraïbi. En ells es posa de rellevància l’espai, tant físic com simbòlic, en el marc de la configuració de les relacions socials i de les diferents estratègies d’acció social, així com la diversitat i la interacció de diferents grups socials i polítics respecte la organització de l’acció de contestació, tant en el marc de la mesquita com en el del barri, respectivament.
Egipte és objecte de dos estudis més que es titulen Redes, marcos culturales y estructuras de las oportunidades políticas. El movimiento islamista en Egipto”, de Diane Singerman, i “La generación de los setenta en Egipto. La sociedad civil como repertorio de acción alternativo”, de Dina el Khawaga. En ells es tracta, per una banda, el desenvolupament del moviment islamista egipci a partir de les xarxes socials que crea i utilitza en els barris populars, així com les oportunitats polítiques que aprofita, en la base de les quals es posa de manifest la relació entre l’espai simbòlic comunitari i unes referències culturals determinades; per altre banda, la militància islamista és qüestionada mitjançant l’anàlisi de les diferents trajectòries socials, polítiques i ideològiques presents en una generació de militants durant trenta anys.

Resistencia y protesta en las sociedades musulmanes suposa un apropament força complet a l’estudi de l’Islam contemporani a través de l’anàlisi dels diversos actors, símbols i estratègies socio-polítiques de contestació presents en el món islàmic, així com una actualització imprescindible dels estudis en sociologia dels moviments de resistència i protesta, els quals es presenten com uns dels elements més dinàmics i determinants de la realitat social del món àrab contemporani.

Referència bibliogràfica: Benanni-Chraïbi, M. y O. Filieule (eds.) (2004), Resistencia y protesta en las sociedades musulmanas. Ediciones Bellaterra, Barcelona. 






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“El poder en movimiento, los movimientos sociales, la acción colectiva y la política.” de Sidney Tarrow

“Cuando estas acciones se basan en redes sociales compactas y estructuradas de conexión y utilizan marcos culturales consensuados orientados a la acción , podrán mantener su oposición en conflictos con adversarios poderosos. En esos casos-y sólo en esos casos-estamos en presencia de un movimiento social” (Tarrow, - )

En este trabajo Sidney Tarrow pretende estudiar el fenómeno de los nombrados “movimientos sociales”. Estos movimientos son tratados como fenómenos en constante movimiento, constante cambio, difíciles de “fotografiar” y en una constante evolución sin unas pautas concretas entre todos ellos. Se pregunta como llegan a aparecer, o porque se disuelven, si necesitan un líder o el porqué de ellos mismos.

Para responder todas estas preguntas el autor recorre a diferentes teorías sobre estos movimientos; nombra brevemente a los autores marxistas como el mismo Marx (el cual dejó sin concretar las condiciones políticas necesarias para esta clase de movilizaciones), Lenin (centrado en la necesidad de una vanguardia intelectual que lidere el movimiento ) o Gramsci ( quien tampoco dejó demasiado claro como se tendría que librar la batalla contra el Capitalismo). Teorías más sociológicas dan más importancia al ámbito funcional de estos movimientos, como consecuencia de disfunciones sociales, o de agravios a una clase en concreto, como una reacción a una situación insostenible, se distancian del corriente más mecanicista. Mancur Olson, economicista norteamericano da una explicación más racionalista a las dinámicas de estos movimientos y el porqué de sus altibajos, remarcando el interés personal por encima de cualquier otra cosa.

Después de la introducción más académica e introductoria el autor busca una síntesis relacionando esta vez los movimiento sociales con la política, describiendo las oportunidades y restricciones políticas como en que situación se podrían dar movimientos de base; la coordinación de los movimientos sociales alrededor de símbolos culturales; de personalidades carismáticas o marcos de acción colectiva; las estructuras que se crean en él; o como las diferentes instituciones son un caldo de cultivo para este tipo de movimientos (universidades, asociaciones de vecinos, entidades educativas...). Finalmente explica las dinámicas de este tipo de movimientos, su característica cíclica, incontrolable, de lucha contra las autoridades, y la capacidad de transformación en realidades específicas como las revoluciones de cualquier tipo.

Todo el análisis de este tipo de fenómenos lo hace contextualizándolos en la historia de estos movimientos, citando constantemente las diferentes movilizaciones y momentos de lucha de los pueblos, a un nivel global, desde la Revolución Francesa hasta la década de los sesenta y los movimientos sociales acontecidos entonces.

Para finalizar, el autor hace una síntesis de las conclusiones que va sacando a lo largo del libro,  pero pone el acento en los “nuevos movimientos” y en como la sociedad encuentra otras formas de reivindicación al margen de los movimientos de base, los cuales están perdiendo tirada. Éstos pierden adeptos, y como consecuencia fuerza, debido a una perdida de legitimidad, por otra parte, los movimientos más beligerantes han creado una mala “fama” a este tipo de movimientos y por lo tanto, han creado una desafección hacia estos movimientos
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Aun así también remarca el aumento de un activismo institucionalizado y transnacional, llevado a cabo por entidades de todo tipo que trabajan no en contra del “poder” sino bajo su tutela, subvencionados por estos gobiernos en busca de una buena imagen. La sociedad queda esparcida en mil y una mini-entidades, que aunque hacen una tarea afín con estos movimientos,  dificultan una unión colectiva de masas , y por tanto, dificultan también la posibilidad de grandes cambios. 

Referència bibliogràfica: Tarrow, S (1998) " El poder en movimiento, los movimientos sociales, la acción colectiva y la política" Ed: Alianza Editorial, S.A. Madrid, 2004





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“Noviolencia y transformación social” de Pere Ortega y Alejandro Pozo

Es imprescindible para entender la multitud de procesos que estamos contemplando y viviendo desde el pasado diciembre tener claros conceptos intrínsecos en las revoluciones y sus formas de lucha. Presentamos para ellos un resumen del libro de Ortega y Pozo añadiendo algo de la teoría que exponen sobre temas de pacifismo y violencia, pero sobretodo centrándonos en uno de los tres puntos auto definitorios que desde las acampadas se proclaman, la llamada noviolencia. Sobre este concepto aportaremos definiciones, diferenciaciones y modos de actuación que aparecen en este “manual de la noviolencia” e intentaremos ver la efectividad que ésta puede tener en los procesos de transformación social. Con referencias explícitas a casos y autores comprometidos con éste método de lucha que desafía a los recursos violentos, tales como Gandhi, Thoreau o Luther King, los autores nos presentan un libro sencillo de fácil lectura sobre estos temas que revive el tema de la violencia/noviolencia puesto sobre la mesa desde la aparición de los nuevos movimientos sociales y altermundistas que en sus manifestaciones pacíficas se han ido viendo una y otra vez agredidos por las fuerzas del orden.

Transformación social y violencia
“En general, se interpreta por violencia una acción ejercida por una persona o grupo sobre terceros sin su consentimiento” (Ortega y Pozo, 2005). Más allá de la violencia personal, es decir, la agresión física directa sobre el otro como respuesta a nuestra frustración de autoridad, existe aquella que se encuentra en el interior del orden social y permite la injusticia y la desigualdad, es a lo que llamamos violencia estructural sustentada por la desigual distribución de recursos y que es la “ejercida desde el poder por una minoría para imponer a la mayoría de la población un conjunto de reglas que perpetúan un sistema desigual.” (Ortega y Pozo, 2005)

Si analizamos la violencia desde una perspectiva antropológica, veremos como Bronislaw Malinowski, citado por los autores, afirmaba que “todo tipo de lucha es una compleja respuesta cultural como resultado, no del dictado directo de un impulso, sino de formas colectivas de sentimiento y valoración.” Entendiendo pues la violencia como algo cultural, que podemos construir y deconstruir (de ahí las teorías que defienden un sistema que eduque por la paz en vez de para la violencia  para llegar a una “cultura de la paz”) y siendo hoy en día un fenómeno social que impregna todo a través de los medios de comunicación, no estamos sino inmersos en una sociedad dónde lo no aceptado socialmente (la violencia) queda legitimado gracias al imaginario colectivo producto de dichos medios.

Estado y violencia
“Los estados son organizaciones prepotentes, patriarcales, se escudan en el secretismo, la falta de transparencia, no fomentan la participación ciudadana, y a pesar de predicar lo contrario, son restrictivos respecto a los derechos y libertades de la ciudadanía. Los estados, a pesar de la evolución y transformación que han sufrido hasta llegar a las actuales democracias parlamentarias, continúan utilizando la violencia como uno de los ejes de su poder. Violencia, legítima, cuado está refrendada por el compromiso social adquirido por la ciudadanía para garantizar el Estado de derecho.

El problema surge cuando este uso de la violencia aparece de forma desproporcionada al margen de la Constitución, de poder legislativo o del compromiso (programa) electoral presentado a los ciudadanos. Entonces, nos podemos encontrar con un gobierno que toma decisiones aparentemente legales, pero ilegítimas, pues no cuenta con el consenso de la mayoría de la opinión pública” (Ortega y Pozo, 2005).

Hasta aquí nada nuevo o que no sepamos ya sobre la actuación del poder. Pero, entendiendo el funcionamiento del Estado, se hace necesario y práctico el uso de la noviolencia gracias a la deslegitimación que con ésta se consigue de los actos violentos del Estado. Tomando una posición como la de “resistencia pacífica” (como en el caso del 27-M en Barcelona), nos diría el autor que se consigue una denuncia de dicha injusticia, se consigue llamar la atención ciudadana y hacer eco de cómo el Estado necesita de dicha violencia para “limpiar” las ideas de las gentes que sin responder violentamente mantienen  firmes sus convicciones. Así, no sólo se consigue un eco mediático que llama a los curiosos a enterarse de lo que sucede ganando simpatía y “adeptos” sino que también se deja en evidencia a un poder que sólo es capaz de recurrir a la fuerza desmesurada para hacer valer su autoridad. Aquí encontramos uno de los puntos fuertes de la noviolencia que presentamos a continuación con más detalle.

                                     

La Noviolencia: la no-cooperación, la objeción de conciencia y la desobediencia civil
Frente a los fracasos de nuestra era obtenidos por la vía violenta para acceder al poder y cambiar la sociedad, la noviolencia se nos presenta como un nuevo instrumento para la acción de las personas, colectivos y sociedad para dar sentido a las luchas emancipatorias y a la transformación social frente a la violencia estructural que el sistema entraña y dando un paso más allá del pacifismo o paz positiva, que tienen como tarea principal acabar con la guerra y promover una cultura de paz.

Por otra parte, la noviolencia es otra forma de responder a la violencia que se desmarca de la contra-violencia, que se posicionaría con las mismas armas y que se ve condenada a fracasar ya que desde un movimiento social, éste se ve siempre en inferioridad de condiciones respecto a los recursos que posee el Estado, perdiendo además por sus formas el apoyo de la opinión pública e internacional. En palabras de Camus citado por el autor: “cuando los oprimidos empuñan las armas en nombre de la justicia comienza el camino de la injusticia”. Además, se destaca que en ninguno de los casos en que la lucha armada del pueblo obtuvo la victoria, se han conformado posteriormente sociedades igualitarias sino que han imperado los estados militarizado y opresivos acabando por reproducir aquello contra lo que se combatía inicialmente. Por su parte, una respuesta de pasividad que pone la “otra mejilla” sin actuar nos da escasos resultados en la lucha.

En el uso de la violencia o de la noviolencia dentro de un movimiento vemos un claro rasgo distintivo que nos debe hacer pensar en las diferencias entre los movimientos que están surgiendo alrededor del mundo o que ya existían pero han vuelto a las calles a partir del 15-M y las revoluciones árabes, dónde, salvo excepciones, la violencia ha estado imperando y sigue haciéndolo (desde el Estado o el pueblo) presente en el día a día de los acontecimientos. Remarcar que a pesar de que en lugares como la plaza egipcia de Tahrir se utilizaron métodos no violentos (si más no se intentó), las brutales represiones y torturas que se vienen sucediendo por parte del Estado no han dejado margen de elección en muchos casos, del caso Sirio qué decir… Nos planteamos pues, saliendo de la lógica del libro, hasta qué punto nos es más cómodo el uso de la lucha noviolenta viviendo en supuesta democracia que en contextos más opresores. Quizá sea un acto de cobardía, simplemente y pese al idealismo que representa, ponemos en duda su aplicación en cualquier contexto de revolución y las comodidades que supone en otras situaciones. Antonio Casado lo cuestionaba también al afirmar que estos procesos sólo se pueden dar en contextos de sistemas políticos altamente civilizados (cabría ver que se entiende por “altamente civilizados”, claro).

Los autores hablan de dos formas de entender la noviolencia: la ética representada por Gandhi que supone “apelar a la conciencia y a la racionalidad del adversario para persuadirle” buscando cambiar sus percepciones manteniendo el respeto hacia el adversario confiando en su humanidad (recordamos consignas frente a los mossos d’esquadra tipo “No nos mires, únete” o “Aquí también están vuestros hijos” o “Vosotros también sois el pueblo”) y la noviolencia pragmática  en el que el adversario se ve como alguien a quien hay que derrotar negándole cualquier cualidad moral (recordamos aquí otras consignas tipo “Sois mercenarios en manos del estado” o “La policía tortura y asesina” o “Ésta es vuestra democracia”). Se dice de la noviolencia ética que consigue resultados más positivos y permanentes ya que conseguiría a fin de cuentas, hacer cambiar al adversario que pasaría a sumar en las filas de los que luchan en contra de la injusticia.


Foto presa el 27M a Plaça Catalunya després dels altercats amb els Mossos d’Esquadra. Missatge directe al cos policial amb paraules de Gandhi

Definamos ahora los tres procedimientos noviolentos más importantes: la no-cooperación desafiando las relaciones existentes en el ámbito social, económico y político (vemos los llamamientos que hacia Arcadi Oliveres en Plaza Catalunya para dejar de consumir ciertas marcas y dejar de depositar el dinero en ciertos bancos o la difusión que se hizo sobre si votar, no votar o votar en blanco. También vemos en el romper la lógica de la compra-venta que se da en las plazas al tener recursos alternativos con los que subsistir, otra forma de no-cooperación); la objeción de conciencia (un ejemplo claro son los jóvenes que en su día se negaron a ir al servicio militar alegando su disconformidad cuando suponía desafiar a la ley y por lo tanto, asumiendo las consecuencias legales de sus actos); y la desobediencia civil en el que se desobedecen las leyes que son percibidas como inmorales, injustas o ilegítimas. Transgredir estas “obligaciones” impuestas nos posibilita como hemos visto anteriormente evidenciar la situación de injusticia que se denuncia despertando el sentimiento de injusticia haciendo visibles dichas situaciones (como quedarte sentado reivindicando tus ideas en un espacio público donde no debieras estar por órdenes de la autoridad). Esto entraña la paradoja de tener que infringir la ley para defender la justicia pero en cualquier caso es si más no, una brecha en el sistema que se puede utilizar eficazmente para hacer política por otros medios que los ya constituidos, siendo una respuesta a la crisis de la democracia ya que “cuando no se escuchan las reclamaciones persistentes de los ciudadanos, éstos optan, como alternativa, por la desobediencia.” (Ortega y Pozo, 2005). Estos actos noviolentos necesitan pero, después de su efectividad inmediata como reclamo y delator de injusticias, presentar propuestas alternativas a aquello que se desafía, quizá en esto pueda residir por el momento, la flaqueza de los “indignados” en no saber qué hacer una vez vencidas las fuerzas del orden más directas.

De la teoría a la acción: métodos noviolentos
Presentamos un pequeño esquema-resumen sobre métodos de acción noviolenta
*Los actos noviolentos pueden ser clasificados en dos categorías:
            -Actos por omisión: rechazo de realizar acciones a las que estamos obligados por             ley o por hábito social aceptado (por ejemplo: no ir a votar).
            -Actos por comisión: acciones que normalmente no se hacen o que están   prohibidas (por ejemplo: dormir en el espacio público).

*Gene Sharp en 1973 separó además en tres subgrupos dichas acciones:
            -Métodos de protesta, persuasión o denuncia: acciones simbólicas para persuadir             al oponente y que se dirigen a la ciudadanía recurriendo a formas creativas (por             ejemplo: acampar en las plazas,  las manifestaciones o los discursos o charlas      públicas).
            -Métodos de no-cooperación: una persona o colectivo deja de apoyar y     contribuir en ciertas estructuras (por ejemplo: los boicots a través del consumo     responsable o las huelgas de trabajadores).
            -Métodos de intervención o acción directa: pequeñas acciones simbólicas con      gran impacto (por ejemplo: huelgas de hambre, ocupaciones, obstrucción no      violenta…).

*Los mecanismos de cambios que actúan para la transformación siguiendo esta metodología se clasifican a su vez en cuatro:
            -Conversión: el oponente cambia su percepción (véase el caso de la policía           canaria que en vez de desalojar se unió a los indignados que acampaban allí).
            -Acomodación: el oponente no cambia de opinión pero acepta la postura del otro            por su falta de conformidad con sus propios principios. Suele ser el mecanismo    más recurrente en los mecanismos de noviolencia.
-Coerción noviolenta: movido por presiones de fuerzas superiores o de la población, el oponente se ve obligado a aceptar las reivindicaciones de los           noviolentos, supone la derrota de los noviolentos (aquellos que pasaría si el personaje de Felip Puig cediera a las presiones populares que piden su dimisión).
            -Desintegración: cuando el oponente deja de existir como entidad política (casos             de Egipto o Túnez en los que se ha echado a las fuerzas de gobierno que había     aunque remarcamos que en estos casos, pese a los muchos actos noviolentos, la   violencia ha estado muy presente).

Terminamos este resumen casi en forma de reflexión, citando un párrafo del libro que creemos puede identificar a muchos y muchas que se ven implicados en los procesos de transformación hacia un sistema más democrático y justo y que vieron como siendo reducidos a basura, limpiaban sus ideas hace un par de semanas o vieron directamente las muertes de aquellos que salieron a la calle (cómo en Siria, Libia, Yemen…):

“En el hipotético caso de que los actos de desobediencia civil supusieran una perturbación y condujeran al desorden, la responsabilidad no debería caer nunca sobre los noviolentos, si se han respetado los principios de la noviolencia, sino sobre aquellas estructuras de poder que produjeron la oposición, por no proporcionar los mecanismos de participación social para transformar lo que se ha percibido como situación injusta.” (Ortega y Pozo, 2005)



Fotografía presa després dels fets del 27M “Com es respecta la diferència d’opinió i pensament en aquest país? A cops! Prou!”

Referència bibliogràfica: Ortega, P y Pozo, A. (2005) “Noviolencia y transformación social”. Barcelona, ed.Icària

També sobre la noviolencia i la desobediència civil:
Discurs de Martin Luther King “Nonviolence is the Most Powerful Weapon”

Text de Henry David Thoreau “Desobediencia Civil” com a part de la lluita no violenta.

Informació i explicació de què és l’objecció fiscal, una altra forma de desobediència civil:





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“Movimientos sociales urbanos”



“…las nuevas cuestiones planteadas por la problemática urbana se expresan a través de acciones que renuevan las vías revolucionarias de nuestras sociedades, articulando otras formas de conflicto con aquéllas surgidas del sistema productivo y de la lucha política.”  (Castells, 1974)

Manuel Castells trata de forma excelente, con brevedad pero concreción las estructuras internas de esos procesos de cambio y de conflicto que suponen los movimientos sociales urbanos y sus condiciones de articulación con los otros procesos sociales y políticos. Mediante una magnifica introducción y el relato de cuatro casos prácticos rinde cuentas de todas estas lógicas que los movimientos entrañan y de las que venimos hablando en este blog. Trata en concreto los casos de la lucha contra la “deportación” en París es decir, en contra del gran programa de “Reconquista Urbana”, una eliminación del chabolismo que afectó a miles de obreros y trabajadores en pro de la “renovación” de la ciudad que empezó en 1956 y que tuvo su momento álgido a finales de los años 60; el segundo caso trata sobre los Comités ciudadanos que se crearon en Montreal a partir de 1963 en base a los problemas de la vida cotidiana de los barrios y que enlazó  con el malestar de la degradación continuada de los servicios colectivos en general y también la crisis de la vivienda; en tercer lugar, Castells escribe sobre el movimiento de acción ecológica en Estados Unidos; y para finalizar, trata la lucha urbana y revolucionaria en el movimiento de los “Pobladores” de Chile, “acampados” que consiguieron encontrar un mecanismo práctico de plantar cara al sistema mediante, entre otras, la construcción de sus propias casas.

Este libro nos permite analizar la importancia de esta articulación entre lo urbano y lo social, cuando un movimiento urbano se convierte en social, qué aporta al cambio y extraemos de éste algunos conceptos que nos servirán, creemos, para entender más sobre las revoluciones árabes (en ellas también es importante el factor urbano) y las de los indignados.

En primer lugar, Castells entiende por “problemas urbanos” los actos y situaciones de la vida cotidiana cuyo desarrollo y características dependen estrechamente de la organización social general, por lo tanto, estos serían aquellos temas de los que tanto se ha hablado en las asambleas tales como las condiciones de vivienda, el acceso a los servicios colectivos, la seguridad o las actividades culturales (que Castells incluye como parte del mecanismo para la reproducción de la ideología dominante). Estos procesos más que señalar una crisis en nuestra civilización forman parte de la estructura lógica de las sociedades capitalistas y a lo que contribuyen es a reproducir y aumentar las contradicciones que por naturaleza en ella se dan y que legitiman o hacen ver como necesaria la intervención del Estado en el tratamiento de los problemas urbanos. Así, el Estado logra convertirse en controlador más que ordenador de la vida cotidiana de las masas a partir de la gestión de estos servicios y de la organización del espacio público para dicha “ordenación”. A grandes rasgos, dos de esas contradicciones las vemos en la necesidad del uso colectivo de los servicios sociales pero la poca productividad que el Capital encuentra en ellos (así, sabe que debe mantenerlos para el funcionamiento del sistema pero busca ingeniárselas para que sea rentable, lo que nos lleva a las continuas luchas sobre estos temas como es la actual batalla estos días en contra de “les retallades”) y en el modo de vida de apropiación de las condiciones de vida por el que cada cual “vive su vida” frente a la colectivización de la gestión urbana.

A través de esta relación de contracciones del sistema: Capital - problemas urbanos - intervención del Estado - ordenación social, establecemos el vínculo entre lo urbano y lo social y la importancia de contemplar como uno afecta al otro. El concepto de ordenación viene indisolublemente ligado al de planificación urbana, siendo ésta una vía del uso del Estado para la dominación y la regulación de las contradicciones capitalistas, sus resultados se ven reflejados en lo social, y así establecemos el puente entre el espacio público y lo social. De aquí nace nuestro interés por poder ver más allá de las reivindicaciones a nivel político que se hacen en las plazas, y de remarcar en su ocupación una forma de romper con el orden que había establecido para un espacio concreto al que el Estado designa una función. Si el espacio urbano no puede ser un instrumento de cambio social (otorgándole una naturaleza dominante), su ocupación puede verse como una forma de retomar su control desmarcándose de la dominación, vamos a decir simbólica, que dicho espacio ejerce. En palabras del autor: “…existe proceso de cambio social a partir de ese nuevo campo de contradicciones urbanas cuando, sobre la base de esos temas, se lleva a cabo una movilización popular, cuando intereses sociales se transforman en voluntad política y cuando otras formas de organización del consumo colectivo, contradictorias con la lógica social dominante, hacen su aparición. De este modo, los movimientos sociales urbanos, y no las instituciones de planificación, son los verdaderos impulsores de cambio y de innovación de la ciudad. (Castells, 1974) 

Así pues, con lo dicho anteriormente,  cabe destacar la importancia de lo urbano en unas protestas que se unen a favor la democracia real pero también en contra del sistema capitalista que bebe de esta falta de participación ciudadana que no se le escapa al autor, reflexionando que “la constitución del capitalismo monopolista de Estado y su articulación en el plano mundial tienen como efecto directo la concentración progresiva de grandes masas de población en las regiones metropolitanas y la constitución de vastas unidades colectivas de organización de la vida cotidiana que corresponden a esta concentración de la fuerza de trabajo” ejerciendo sobre esas masas además, la regulación el control necesario para mantener el aparato productivo, utilizando la relación de fuerzas entre clases sociales en función de los intereses del Capital y constriñendo cada vez más la participación ciudadana.

     Foto “L’especulació perjudica greument la democràcia” (Autoría: Agnès Villamor)
            

En otro plano, se nos plantea la necesidad de poner estos movimientos sociales en articulación con los conflictos del Capital y del Trabajo para no incapacitar su propio desarrollo si que es que queremos considerar estos movimientos como nuevas fuerzas revolucionarias. Es decir, pese a huir a menudo de la que creemos vieja dicotomía Capital-Trabajador, éstos no hacen más que reproducir las estructuras de poder en las que nos encontramos desde el momento en el que se acepta la limitación de la lucha obrera y se necesita un nuevo modelo. Desde que asumimos que cómo dicta la lógica capitalista, el movimiento obrero nunca gozará de una fuerza suficiente estamos perpetuando la misma lógica y dándole la razón. Sería aquello que Manuel Delgado se planteaba sobre los antisistema, sobre si la “marca” que representa este apelativo no es sino otra forma de perpetuar el sistema y de alimentarlo con su oposición. Nos parece remarcable este punto para dar consistencia a cualquier movimiento ya que viendo la realidad del lo que sucede en Plaza Catalunya dónde “tal es el cuadro, confuso y lleno de contrastes, donde se entremezclan nuevas contradicciones sociales y el boyescutismo, el rechazo de nuevas formas de opresión y el culto por el pasado…” (escrito por el autor en 1974 pero perfectamente aplicable como descripción a día de hoy del movimiento 15M) que nos cuestionamos si habría que echar mano de la lucha obrera y recordar la génesis de los problemas sociales que vivimos y que en última instancia podemos relacionar con la todavía perpetuada relación Trabajo-Capital.

               Foto: ¿Quién os ha dicho que no sois parte del sistema?
           
Para terminar, citamos a Castells para recordar la importancia del surgimiento de nuevas alternativas, de nuevos movimientos, de aire fresco en el ejercicio de la gimnasia revolucionaria y sobretodo, para recordar su principal escenario: la calle.

“…los movimientos sociales urbanos no son exclusivamente un tema de investigación. Nacen y se desarrollan en los hechos cotidianos, planteando nuevos problemas y lanzando nuevos desafíos, en un grito de vida y de lucha que cubre los mitos tecnocráticos de la racionalidad urbana. Un grito que recuerda que el poder urbano está en la calle.” (Castells, 1974)

Referencia bibliográfica: Castells, M. (1974) “Movimientos sociales urbanos”. Madrid, Siglo veintiuno de España editores.

*Xerrada integra de Manuel Castells a l’acampada de Barcelona: Enllaç:http://www.vilaweb.tv/?video=6847




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“El poder del vecindario. El nuevo localismo” de David Morris y Karl Hess

Sobre la necesidad anunciada de llevar el movimiento a los barrios para darle continuidad y la construcción de nuevos modelos de gobierno y autogestión.

Venimos viendo como uno de los puntos fuertes de los movimientos 15-M es la idea y la intención de llevar “la lucha” a los barrios y pequeñas localidades para poder dar continuidad a la labor que se ha llevado a cabo en las plazas. Se pretende, desde un ámbito más reducido unas mayores posibilidades de acción directa así como de participación ciudadana. Asimismo, esto representa el desafío de plantearse un movimiento local con la que ha sido una base global, entrando en la lógica del escapismo del sistema capitalista centralizado siendo ésta una fórmula para romper con sus esquemas de centralidad.

Morris y Hess presentan en este libro ejemplos claros y concisos de proyectos locales en diferentes barrios y zonas residenciales de Estados Unidos (en especial el vecindario Adams Morgan ubicada en Washington D.C), aportando ideas para unas futuras asambleas y comisiones de barrio que ya empiezan, lentamente, a estructurarse aquí. Así pues, no solamente nos muestran que este modelo pude encontrar sus vías de desarrollo dentro del sistema sino que también realzan sus más y sus menos en temas de autogestión y democracia “real” y exponen como, frente a las críticas que hablan de la incapacidad financiera que tendría una organización local, sucede todo lo contrario en la mayoría de casos. Además, no debemos perder la oportunidad de utilizar estos ejemplos para ver en ellos también formas constitutivas que en han tomado forma en países como Egipto o Túnez estableciendo paralelismo entre Oriente y Occidente y que por tanto nos pueden ayudar a entender mejor también los procesos que allí están teniendo lugar.

A continuación, aportamos un breve resumen con algunas ideas clave extraídas de la lectura del libro y añadimos algunas preguntas de carácter propio que nos van surgiendo con el fin de encontrar puntos en común con el movimiento de los llamados “indignados”.


Morris y Hess, como ya hemos dicho, nos plantean en “El poder del vecindario. El nuevo localismo” un modelo de revolución (en tanto que son formas organizativas que consiguen cambios y transformaciones sociales) desde, por y para el vecindario, planteándose en primera instancia dónde debería practicarse la política. Siendo hoy en día los conceptos de barrio o vecindad algo que califican de “reliquias fósiles”, buscan en ellos los puntos clave para llegar a una forma de gobierno desde y del vecindario. Estos puntos son los siguientes (analizados siempre desde el trabajo etnográfico realizado en sus propios vecindarios y desde su experiencia): la creación de redes de servicio, de fondos colectivos, la autosuficiencia, la colaboración y participación vecinal y el desarrollo para el buen funcionamiento de los anteriores puntos, de lazos intercomunales. Con esto debe cambiar por ende, la idea de “estar” en una sociedad por la de “ser” parte de ella pudiendo encontrar una identidad (en el caso americano) en la diferenciación clara que se hace de los diferentes barrios según su modelo de urbanismo en el que cada uno estaría claramente diferenciado del otro (y en el que cada uno es consciente de cuál es “su” barrio). Mientras, en nuestras plazas sigue difuso a la par que obvio lo que significa ser “indignado” y a pesar de que muchos duden si están “dentro o fuera” de los que ellos representan, encontramos la necesidad de, en base a lo que los autores proponen, aquello que defina con que definirse parte del 15-M.

La economía de escala y La vecindad
A lo largo del s.XX la escala de organización social se ha ido separando y no acercando a la escala de las vecindades (que quedan rechazadas y despreciadas). La economía de escala y lo que ello conlleva (departamentos únicos para prestar servicios que cubran grandes territorios) han terminado por despersonalizar y alejar al servicio público y al Estado del ciudadano (vemos un claro ejemplo de esto en el cuerpo de policía autonómico). Esta rotura se produce por la centralización del poder que viene dada por el aumento de los problemas de la gran ciudad y el deterioro de la calidad de vida de los núcleos urbanos.

Pero, ¿que entendemos por vecindario? Morris y Hess apuntan la importancia de los límites (y de nuevo de la definición) y en el caso del vecindario se situaría en su “alcance”, es decir, “poder caminar fácilmente entre sus confines, no tan grande para que requiera gran esfuerzo ir de un lado a otro.”

Estableciendo el paralelismo entre las vecindades y los países menos desarrollados, en un régimen imperialista de control similar en el que por ejemplo, hay intervenciones ajenas en asuntos locales o propiedades que pertenecen a ausentes, frente a esta economía de escala, se analiza en “El poder del vecindario. El nuevo localismo” el control de la riqueza local, los mecanismos para estabilizar los valores de la tierra, las instituciones financieras comunales y la toma de decisiones.

¿Cómo practica la política el ciudadano?
La pregunta más bien debiera ser el dónde. Con una nueva política vecinal basada en un espacio reducido, en el que la gente pueda conocerse entre si y compartir algún sentido del sitio donde viven, “el énfasis está puesto sobre el espacio mismo y el de establecer la actividad política dentro de ese espacio, en lugar de formular políticas institucionales abstractas en las que la igualdad y la uniformidad se conviertan en objetivos políticos, mientras la diversidad queda fuera del orden político y relegada a ser sólo cultural. […] La política debe vivir allí dónde vive la gente, (…) a menos que sea así, no habrá una ciudadanía que signifique la libertad de participación.” (Morris y Hess, 1975). 

Pero, ¿qué entendemos por ciudadano y ciudadanía? Aquí se define al ciudadano como “el que participa en los asuntos cívicos” y se critica como desde el neoliberalismo la idea de una ciudadanía como agente participativo resulta inaceptable ya que debiera significar únicamente el apoyo al gobierno siendo así innecesaria la participación. Así, los ciudadanos actualmente no debaten ni proponen, sino que simplemente como dicen, ratifican o rechazan lo que nos relega al calificativo de simples votantes y no ciudadanos (aquello de que teóricamente se acepta y se delega poder otorgándole el apoyo de uno con  el democrático acto de votar).

¿Cómo organizar a los vecinos?
Mucho se ha hablado de las dificultades que conlleva la movilización y más en modelos organizativos que rechazan, al menos en un primer momento, la figura de un líder. Exponemos los dos puntos básicos que se proponen para el éxito de dicha movilización (en el ámbito vecinal): en primer lugar, el llamamiento a los sentimientos y a la moralidad no funcionan, tiene poco efecto duradero ya que nos hace tomar decisiones espontáneas y poco meditadas en un período de corto tiempo (¿quizá sea éste uno de los puntos débiles del 15-M?) así que de forma práctica se debiera apelar al propio interés egoísta. No se puede llamar a la conciencia fuera de la experiencia real de la gente. Además, añaden a esto que “cuando las verdaderas necesidades de los residentes son afrontadas por la gente de la comunidad, comienza un diálogo que crece y se convierte en más y más atrayente.” (Morris y Hess, 1975). En segundo lugar, hay la necesidad de buscar los líderes naturales de la comunidad entendiendo que el hecho que haya un líder local no implica que no haya liderazgo también en filas inferiores. Se plantea pues un liderazgo basado en el respeto de los vecinos hacia él en algo que nos recuerdo a la figura del “gran hombre”. Puntualizar también que el líder como organizador desaparece a medida que se crean las instituciones vecinales evitando así una burocratización al estilo capitalista.

La necesidad de tener un programa
Impulsar programas vagos, maximalistas y amenazadores como el “derrocamiento de la clase dominante”, lleva a muy poco progreso respecto a las necesidades reales de la gente. Aún así, en relación con la brecha que se abre ante dicha clase dominante, los autores nos recuerdan que “…los obreros (…) deben quedar convencidos de la opresión de las clases y de su poder, aún si inicialmente las palabras que describen esto muestran grandes segmentos de esa misma clase. […] Sin un análisis de clase y de contexto los oprimidos quedaran confundidos, incapaces de explicarse en el conjunto los crecientes actos represivos de la clase dominante. […] Sin tal comprensión, esos actos serán acumulativos, aumentando la conciencia individual hasta que se produzca una explosión.” (Morris y Hess, 1975). Nos preguntamos aquí si la idealización y la promoción de las clases dirigentes de la “clase media” no es sino una herramienta para legitimar esta opresión, ya que hace que nos desmarquemos de la identidad de “obreros” y se su lucha con lo que se logra obviar (o se lograba hasta hora), la diferencia de clases existente para evitar cualquier oposición significativa hacia el sistema. Así pues, ¿hace falta por parte del ciudadano de a pié una reformulación de su identidad dentro de la estratificación de clases para su implicación con el movimiento de las plazas?  

El gobierno de la vecindad
Aportamos ahora un resumen del capítulo sexto del libro, dedicado a esta forma de gobierno, para repensar qué tipo de gestión se puede hacer desde la vecindad con un modelo real como ejemplo.
El gobierno por asamblea o democracia por reunión de la gente del pueblo son los nombres de las alternativas reales y la base real para la libertad local como concepto opuesto al liderazgo local (y por supuesto central).  Mediante las organizaciones populares y las asambleas de individuos se crean cámaras asesoras vecinales y consejos comunales para su gestión. A partir de aquí, además, deberá plantearse la necesidad de crear de un consejo ejecutivo y si tienen que haber criterios para definir quién puede participar o qué poderes y competencias deberá tener el gobierno vecinal. Debe existir además una interdependencia económica parcial del Estado, si siguiera siendo total, la democracia real se convertiría en nada menos que una ilusión.

Terminamos a modo de reflexión con un parágrafo con el que se concluye este capítulo que nos parece un buen resumen a la par que un buen discurso motivador de repensar nuestras formas de gobierno presentes y futuras así como de nuestra democracia (y que nos recuerda mucho, según la experiencia personal vivida, a situaciones que se están dando en este caso, en Plaza Catalunya a sabiendas que, como dicen los indignados “nadie nos ha enseñado a hacer democracia”):

“En los debates sobre gobierno vecinal y ampliación de la democracia  hasta todos los aspectos de la vida, es donde la vecindad atravesará su fase más decisiva, explorando problemas de autonomía y de control local de forma no intentada hasta ese momento. Los debates serán amargos y violentos, por que de hecho los ciudadanos estarán discutiendo las piedras fundamentales de una nueva sociedad, una nueva sociedad, una nueva forma de gobierno que se levanta paralelamente a las formas anteriores. Todos los temores latentes sobre la capacidad de la gente para controlar su vida, la necesidad de expertos ajenos al medio, la necesidad de los incrementos de escala, la necesidad de esos cheques mensuales de seguridad social que provienen de burócratas anónimos, son puntos que habrán de surgir a la superficie. Nos hemos acostumbrado tanto a la dependencia que la sola idea del gobierno local da miedo a mucho.” (Morris y Hess, 1975)

Referencia bibliográfica: Morris, D. y Hess, K. (1978) “El poder del vecindario. El nuevo localismo”. Barcelona, ed. GG


Sobre altres formes d’organització:
A és a més de les assemblees de barri que es pretenen constituir (o ja s’estan constituint) des de l’acampada de Barcelona, el 3 de juny es van constituir les taules de convergència ciutadana en un apropament per buscar espais d’enteniment i acció comú:

“15M: La revolució continua.”

Un altre cas és el d’Islàndia que tot just presenta una nova manera de fer democràcia utilitzant Internet per a coordinar la seva contitució.



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